viernes, 24 de mayo de 2019

Nudos

No consigo superar
lo que en su momento me llenaste.
No consigo superar
el momento en el que te vacié.

Sigo vagando por mi mente cuando te quiero encontrar,
que lastima que estés perdida bajo mis costillas.

Me provoca un nudo en la boca
querer tenerte cerca.
Me provoca un nudo en la sonrisa
pensar en la tuya.
Me provocas                                                                                                        [nudos                           
 de pecho hacia dentro]

No te equivoques,
estoy acostumbrada,
extrañarte fue pan de cada día,
y ya no se distinguir entre
veneno
y poesía.




jueves, 14 de diciembre de 2017

Roma

Y que lejos se nos quedó
aquella habitación en Roma,
o esa otra con vistas al mar.

Esas ganas de construir
aquella historia de amor perfecta,
esas ilusiones que desbordaban
cada vaso que poníamos en la mesa.

Esa sonrisa de la que
no seré
partícipe más,
demasiadas de tus lágrimas llevan mi nombre
y ni una de ellas me merezco.

Porque te rompí,
pero tu me deshiciste.

Y es que no era el momento amor,
para crear historias duraderas.

Pero siempre será nuestra pequeña
e infinita historia,
de como nos construimos
en nuestra habitación en Roma.




martes, 11 de abril de 2017

Ojalá yo, fuera de mí.

He pisado tantas veces mi tormenta
que se cuando viene un tornado y cuando una ola gigante,
un tsunami de recuerdos, un huracán de sentimientos.
Me han roto tantas veces la ilusión
que creo que lo que tengo dentro es más un dibujo de colores
que chillan en un blanco y negro,
                                                    hecho a lápiz de color blanco.
No me quiero aquí dentro.
Quiero poder deshabitar mi cuerpo
y llegar cuando pase todo el dolor.
Mientras aquí dentro el invierno empieza a ponerse cómodo
allí fuera empiezan a salir las flores.
Que no estoy rota ni curada,
                                              ese momento en el que eres herida y cicatriz.

No se estar donde estoy, a veces.
Y no hablo de lugares, hablo de rincones.
Tengo el pecho tan grande que se me hizo laberintos,
tengo el corazón tan perdido que no se ya si forma parte de él.
O de mí.
No os recomiendo perderos en el gris de nadie.
Ni siquiera yo quiero habitar en este color,
pero llevo tanto tiempo hablando de él (o con él)
que imagino que no me ha quedado otra que aceptarlo
que tomarlo como parte de mí.
Que he tenido en mí el poder de conseguir que me hicieran feliz.
Pero solamente necesitaba hacerme feliz yo,
                                                             y creedme, aún lo sigo intentando.


Al fin y al cabo no necesito más que un lápiz blanco para poder pintar
                                                                       
                                                                         sin necesidad de borrarme.



miércoles, 29 de marzo de 2017

me respondí.

Cuando llegué estaba como siempre, sentada en el sofá, dándole una calada al cigarro. Apenas levantó la mirada al verme, sonrió y me saludó con un suave "hola".
Le dio otra calada a su cigarro.
No hablé, me senté y me quedé esperando, sin esperar nada.
Respiraba profundamente.
-¿Sabes?-me dijo cortando el silencio. Yo seguía con mis ojos clavados en ella, y ella seguía mirando su cigarro-  Cada uno tenemos nuestro pasado y…supongo que cada uno tenemos nuestras inseguridades, nuestras propias debilidades…-respiró hondo y se encendió otro.
Soltó el humo tranquilamente y siguió tras un leve suspiro.
-Somos todos tan diferentes que parece mentira que lo único que nos una sea el dolor. Que lo que más nos preocupa no es que nos conozcan, sino conocernos, y sabiendo eso, hacernos ver a los demás. ¿Por qué cada palabra buena que escuchas te recuerda treinta malas? Y lo más increíble no es que alguien llegue a odiarnos, odiar es fácil. Lo increíble es que no concebimos que alguien pueda llegar a querernos.
Que lo más importante para mí no es más que el que no derriben  mis muros. Apenas puedo imaginar que alguien los salte, menos aún que me quieran teniéndolos bien altos… A veces pienso que estoy destinada a estar en mi propia jaula, con este invierno que llevo dentro…

No dije nada, la miré y sonreí. Se que lo decía en voz alta por y para ella, aún así respondí.
-¿Sabes?-hice una pausa- Hay que tener el corazón muy abierto para tener que poner muros tan altos.

Esta vez si me miró.





viernes, 16 de diciembre de 2016

Directamente.

Tengo más miedos en la piel que daños,
como si las cicatrices no hubieran tenido suficiente con ser herida,
como si la cabeza se mezclase con el corazón y todo saliera borroso.
Todo, menos los miedos.

Miedos.

Miedos.

Y más miedos.

Se multiplican, se mezclan
se vuelven a mezclar,
obtienen formas,
se vuelven de colores
se esconden
                    y juegan a mi costa.


Y yo aquí, con ganas de ser yo y no Alicia la que se bebe la pócima que hace encoger.


Que con miedo no se avanza.
Lo sé.
Que el miedo solo te lleva a naufragar por los peores recovecos de tu mente. 
Y crear más.
También lo sé.
Pero lo tengo. Y no uno. Varios.
No logro verme avanzar sin ellos.
No me dejo salir a hacerme daño;
escoger a quien mejor va a saber destruirme siempre se me dio muy bien.
Por eso ahora el daño me lo hago yo,
y nadie más que yo volverá a tener esa satisfacción.

Y lo juro.
No tenía prisa.
Lo mejor que he hecho por mí ha sido ir despacio... con el corazón.
Pero cómo voy a frenar 
si quien ha elegido ser mi copiloto va directa a mi naufragio.
No estoy preparada. 
Me tiembla todo.
Sonríe.
La velocidad deja de tener sentido.
El tiempo.
El espacio.
Estrellarnos juntas nunca fue una opción.


lunes, 29 de agosto de 2016

Nada más.

Esa primera vez que eres consciente de que posees un hogar propio, solo para ti.
Y nadie más, que tu no quieras.
Y que miedo.
Que miedo de y por todo.
Lo habitas, lo llenas de tesoros, de fotos quemadas,
de recuerdos y regalos,
de olores asociados a personas,
y personas con olor propio.
Le atribuyes a la soledad las mismas propiedades que a las sábanas de tu cama.
Y entonces, como en un eclipse
colisionais, ella y tu.
Y creyendo que es ella, le dejas entrar.
Y te moja las sábanas,
y la pierdes en un laberinto de gemidos.
Le permites tu boca, tu cuello, tus abrazos.
Y, comienzas a abrir cajones y a sacar cosas, secretos, daños.
Y temblando, y fingiendo que todo está bien
te desnudas, de dentro hacia afuera.
Se hace con un sitio propio, ahí, en tu almohada,
justo donde solían estar tus miedos.
Ya tiene la mitad de tu armario hecho suyo,
más de tres cuartas partes de eso a lo que llaman coraza,
y tu, corazón.
Te lo dije corazón, no era la hora;
ni ella la ola que te devolvería al mar.

Y vuelves por primera vez a visitarte por dentro desde que se fue
de golpe, sin dejar nada,
ni siquiera por equivocación.
Solo corridas sin sentido y cortes,
muchos cortes.
Y que vacío todo.
Y que sin sentido de los huecos de tu cuerpo sin tener nada con lo que encajar.
Mirarte al espejo y no ver ninguno de los arañazos que te escuecen por dentro.
Ese poder de cambiarlo todo y de romperte el alma que le diste.
Esa manía tuya de hacer del corazón tu mejor hogar
para luego entregárselo a la primera que te sonríe con los ojos
y 'que haga con él lo que le de la gana'.
Que manía con joder hogares.
Y personas.
Que manía con jugar con los corazones como si fueran globos.
Y así pasó.
Con frío, en plena intemperie.
Y todo en ruinas.
Un eclipse, nada más.



jueves, 18 de agosto de 2016

Regla de tres.

A ti:
Que nunca dudaste.
Que apareciste en mi peor momento,
y no supiste hacer que me quedara.
Por volver siempre.
Por arriesgarte a pasar descalza sobre tanto roto.
Por no rendirte.
Que me devolviste la ilusión por ilusionarme.
Que siempre estas sin estar.
Que te perdiste, perdiéndome después.

A mí:
Que siempre me lo pensé dos veces.
Por tener la culpa.
Por escaparme después.
Por no recoger mis pedazos de otra.
Por no tirar la toalla, pero querer hacerlo.
Por forzarme.
Que nunca estoy,
pero nunca falto.
Que sigo sin encontrarme.

A ella:
Que nunca lo pensó.
Por joderme el alma.
Por irse y no volver.
Por seguir rompiendo.
Que se deshizo de la toalla al primer sonido fuerte.
Que sigue ilusionando.
Que nunca estuvo,
y siempre hizo falta.
Que la perdí del corazón.

A ti,
que nunca te diría que no
pero tampoco te diría que sí.

A mi,
que nunca sentiría de nuevo,
sin sentir.

A ella,
que no siga jodiendo,
sin estar.

Por quien estuvo,
después de quien no supo estar.