jueves, 14 de diciembre de 2017

Roma

Y que lejos se nos quedó
aquella habitación en Roma,
o esa otra con vistas al mar.

Esas ganas de construir
aquella historia de amor perfecta,
esas ilusiones que desbordaban
cada vaso que poníamos en la mesa.

Esa sonrisa de la que
no seré
partícipe más,
demasiadas de tus lágrimas llevan mi nombre
y ni una de ellas me merezco.

Porque te rompí,
pero tu me deshiciste.

Y es que no era el momento amor,
para crear historias duraderas.

Pero siempre será nuestra pequeña
e infinita historia,
de como nos construimos
en nuestra habitación en Roma.




martes, 11 de abril de 2017

Ojalá yo, fuera de mí.

He pisado tantas veces mi tormenta
que se cuando viene un tornado y cuando una ola gigante,
un tsunami de recuerdos, un huracán de sentimientos.
Me han roto tantas veces la ilusión
que creo que lo que tengo dentro es más un dibujo de colores
que chillan en un blanco y negro,
                                                    hecho a lápiz de color blanco.
No me quiero aquí dentro.
Quiero poder deshabitar mi cuerpo
y llegar cuando pase todo el dolor.
Mientras aquí dentro el invierno empieza a ponerse cómodo
allí fuera empiezan a salir las flores.
Que no estoy rota ni curada,
                                              ese momento en el que eres herida y cicatriz.

No se estar donde estoy, a veces.
Y no hablo de lugares, hablo de rincones.
Tengo el pecho tan grande que se me hizo laberintos,
tengo el corazón tan perdido que no se ya si forma parte de él.
O de mí.
No os recomiendo perderos en el gris de nadie.
Ni siquiera yo quiero habitar en este color,
pero llevo tanto tiempo hablando de él (o con él)
que imagino que no me ha quedado otra que aceptarlo
que tomarlo como parte de mí.
Que he tenido en mí el poder de conseguir que me hicieran feliz.
Pero solamente necesitaba hacerme feliz yo,
                                                             y creedme, aún lo sigo intentando.


Al fin y al cabo no necesito más que un lápiz blanco para poder pintar
                                                                       
                                                                         sin necesidad de borrarme.



miércoles, 29 de marzo de 2017

me respondí.

Cuando llegué estaba como siempre, sentada en el sofá, dándole una calada al cigarro. Apenas levantó la mirada al verme, sonrió y me saludó con un suave "hola".
Le dio otra calada a su cigarro.
No hablé, me senté y me quedé esperando, sin esperar nada.
Respiraba profundamente.
-¿Sabes?-me dijo cortando el silencio. Yo seguía con mis ojos clavados en ella, y ella seguía mirando su cigarro-  Cada uno tenemos nuestro pasado y…supongo que cada uno tenemos nuestras inseguridades, nuestras propias debilidades…-respiró hondo y se encendió otro.
Soltó el humo tranquilamente y siguió tras un leve suspiro.
-Somos todos tan diferentes que parece mentira que lo único que nos una sea el dolor. Que lo que más nos preocupa no es que nos conozcan, sino conocernos, y sabiendo eso, hacernos ver a los demás. ¿Por qué cada palabra buena que escuchas te recuerda treinta malas? Y lo más increíble no es que alguien llegue a odiarnos, odiar es fácil. Lo increíble es que no concebimos que alguien pueda llegar a querernos.
Que lo más importante para mí no es más que el que no derriben  mis muros. Apenas puedo imaginar que alguien los salte, menos aún que me quieran teniéndolos bien altos… A veces pienso que estoy destinada a estar en mi propia jaula, con este invierno que llevo dentro…

No dije nada, la miré y sonreí. Se que lo decía en voz alta por y para ella, aún así respondí.
-¿Sabes?-hice una pausa- Hay que tener el corazón muy abierto para tener que poner muros tan altos.

Esta vez si me miró.