lunes, 20 de junio de 2016

Mi realidad


Tengo distorsionado el sentido de la realidad.
Veo gatos ladrando.
Perros que me bufan y arañan las patas de la cama.
Ancianas jugando al quema.
Niños que odian los globos.
Calcetines que aparecen de la nada.
Árboles que crecen sin agua.
Girasoles que le dan la espalda al sol.
El mar moviendo al viento.
Una luna que calienta y da luz.
Un sol que levanta la marea.
Algodón de azúcar que sabe a sal.
Monstruos que me llevan el desayuno a la cama
y me arropan por las noches.
El corte que hace cosquillas.
En mi realidad no tengo miedo de mi misma,
ni de quien me lo da todo, sin pedir nada a cambio.
En ella estoy nueva,
sin estrenar.
Virgen de sentimientos.
Expuesta a quien sabe qué.
En mi realidad, te mereció la pena.

sábado, 18 de junio de 2016

Personas Rotas


Hoy, me he parado a pensar en esas personas rotas que de repente aparecen en tu vida.
Ese tipo de personas que aparecen con los sueños rotos, y la mirada intensa.
Personas que parecen desesperadas, con el destino roto, deshecho en sus manos y cayendo a sus pies.
Personas ajenas al mundo, sumergidas en una burbuja de daños, de sentimientos rotos y la sensación de tener ácido en el pecho.
Personas que están tan perdidas que se refugian dentro (demasiado dentro), fuera, o en otras.
Personas que te miran, pero adentro, muy adentro, tanto que incluso duele.
Duele porque te ves reflejada en unos ojos incapaces de creer que existe algo que no sean esperanzas rotas y sonrisas vacías.
Personas que quizás se muestren susceptibles, sensibles, reacias a todo.
Personas que ven un imposible volver a sonreír, o sonreír por primera vez.
Ese tipo de personas que (sin quererlo) te llenan por dentro, y por fuera,
que te llenan los ojos, la boca, la piel, el alma..
Esas personas que te llenan los vacíos infinitos, vacíos que te dejaron tiempo atrás y aun llevas contigo.
Esos vacíos que te hacían ser una persona rota.


He sobrevivido'




He sobrevivido a los días sin ti.
He sobrevivido a eso de no oler tu perfume al otro lado de la cama.
He sobrevivido a las noches de soledad (y de pies fríos, muy fríos).
He sobrevivido a tu herida,
ahora no es más que una pequeña cicatriz que a veces acaricio con anhelo,
pero despacito, muy despacito,
para no despertar más recuerdos de los necesarios.
Escribe nuestra historia, me dijo.
Para qué, si el papel no lo soportará,
a él le escocería de por vida (y no le pienso hacer eso).
Demasiado pasé con tanto dolor.
Pero oye, he sobrevivido.
Ya no te quiero aquí, ni allí.
Ya no me importa si eres feliz, o si te va bien.
De no ser por ti, no podría con nada.
Y ahora, lo puedo todo.