Me gustas más que el Nesquik.
Sin grumos. Sin ropa.
Que jamás se me olvide a que sabes.
Pero sí tu forma de hacermelo.
Peco de gula cuando se trata de tí.
Te aviso, que no te pille de sorpresa:
Viviré siempre con un corazón tembloroso en el pecho,
consecuencia de una mala desilusión.
No te dejaré caer.
Pero tampoco iré detrás,
así que no hagas tonterías.
Ni es el Titanic, ni soy Di Caprio.
Se trata de tu, yo
y una historia interminable a la que le puedo poner fín cuando quiera.
Y tú. Pero no te confíes.
Yo estoy más dispuesta a los finales drásticos.
Como los de esas películas que te dejan desorientado,
con mal sabor de boca,
con un vacío que te llena pero está ausente.
Ese final que cada uno interpreta a su manera,
ese final al que procuras darle sentido para no perder la cabeza.
No confío. No siento. No temo.
No hagas que quite los 'no'.
No respondo de mis actos una vez me roces la mano.
Ven y
que a mi eso del
Tengo el contador de las emociones a cero.
Y muchas ganas de follarte.